Si bien puede discutirse cuánto es “demasiado” según en qué país nos encontremos y las prioridades que definan los gobiernos y los organismos internacionales que actúan en distintas áreas vinculadas al desarrollo humano, científicos de la Unión Europea explican que bastaría dedicar un pequeño porcentaje del espacio disponible para satisfacer las necesidades energéticas actuales.

El potencial solar de cada kilómetro cuadrado

En 2019 el Centro de Investigación Conjunta (JCR) de la Unión Europea publicó un amplio conjunto de datos para caracterizar el potencial de la energía eólica, solar y de biomasa en los 28 estados miembros del bloque. Los datos muestran que incluso un aumento de 100 veces de la capacidad solar actual europea requeriría una cantidad muy limitada de tierra, mucho menos que la energía eólica.

La base de datos denominada ENSPRESO (Potencial de Sistemas Energéticos para Fuentes de Energía Renovable, por sus siglas en inglés) apunta a evaluar cuánta capacidad de generación podría albergarse en la UE, una de las regiones del planeta con mayores restricciones debidas a su alta urbanización y concentración de áreas cultivadas.

En el informe elaborado gracias a esta base de datos abierta de los potenciales de la energía eólica, solar y de biomasa, publicado en ScienceDirect, los investigadores pudieron afirmar que la energía solar y la eólica tienen, por separado, el potencial de producir tres veces más electricidad que la usada en toda la Unión Europea en 2016.

Energía solar versus eólica: 11 veces menos espacio

Sin embargo, existe una diferencia clave entre estas fuentes de energía: los proyectos solares necesarios para alcanzar estos valores ocuparían 1,4% de la superficie de los países estudiados, mientras que las instalaciones eólicas en tierra requerirían 16%, 11 veces más espacio.

La investigación destaca, a su vez, que dado el rápido desarrollo que está teniendo la tecnología fotovoltaica, mejorando su rendimiento cada año, y su creciente nivel de adopción a todos los niveles (industrial, comercial y particular), es previsible que las instalaciones de energía solar ocupen menos lugar en el futuro cercano.

Los datos del análisis geoespacial de las zonas aptas para instalaciones solares se combinaron con los datos de irradiación solar para derivar los potenciales de las diferentes tecnologías solares (fotovoltaica y de concentración) disponibles, aunque se presentaron algunas dificultades para considerar los datos de irradiación solar de techos y fachadas.

En cuanto a la diferenciación de los terrenos disponibles, se consideraron variados escenarios que toman en cuenta restricciones de uso y sostenibilidad realistas, y se propone una cadena de evaluación que incluye factores técnicos, económicos, sociales y ambientales.

Debate creciente sobre el uso de la tierra

La oposición a la energía solar basada en la pérdida de tierras agrícolas y ganaderas no es nueva, pero se ha agudizado en ciertas regiones, por motivos diversos.

En los Países Bajos, en 2019 se introdujeron restricciones a la creación de parques solares en tierra cultivable para prevenir excesos. En Italia, hubo particular oposición a un parque solar en Brindisi, donde los granjeros estaban afectados por bacterias que mataron un millón de árboles. En Corea del Sur, la instalación de extensas plantas fotovoltaicas promovidas por el gobierno implicó la tala de 2 millones de árboles, lo que habría incidido en desplazamientos de tierra en laderas de montañas durante la temporada de lluvias 2020, generando preocupación en el público.

En contraposición, ya en el informe “Estado fotovoltaico en Francia 2018” (PDF, 4 MB), la Agencia para el Medio Ambiente y la Gestión de la Energía (ADAME) identificó la tendencia de aprovechar el potencial solar de los estacionamientos.

Y, en 2019, ADAME identificó casi 18.000 sitios aptos para centrales fotovoltaicas, sobre todo en zonas urbanas y antiguas regiones industriales de Francia.

Un futuro sostenible con ayuda de la energía solar

Países, gobiernos y empresas están viendo riesgos existenciales en las consecuencias medioambientales del cambio climático, pero mientras esto pasa, algunos de esos gobiernos y empresas ven también oportunidades de proyección exitosa hacia un futuro sostenible y rentable de la mano de la energía renovable.

Sobre todo para los países más desarrollados tecnológicamente, que son también los principales causantes de la contaminación ambiental que hoy nos afecta, estas realidades a la vez urgentes y socialmente sensibles, sumadas a la creciente cantidad de datos disponibles para evaluaciones de potencial e impacto más comprensivas, generan las condiciones ideales para que en el corto plazo hayan cambios significativos.

En el caso particular de la óptima utilización de la superficie disponible, como vemos en el caso europeo, los datos afortunadamente rebaten la creencia de que las tierras de cultivo y pastoreo serán malgastadas en aras del crecimiento desenfrenado de los parques solares.

Por el contrario, apoyan las previsiones de que se incrementará el aprovechamiento del potencial fotovoltaico de áreas ya construidas, se minimizará el uso de tierras arables y se minimizará también el impacto en los hábitats naturales, ayudando a preservarlos.

Dicho esto, claro, existen realidades diversas en el globo, que deben ser tenidas en cuenta. La academia, los gobiernos y las fuerzas sociales deberán mantenerse vigilantes y entrelazados en franca colaboración para alcanzar los objetivos trazados en bien de todos quienes tenemos la dicha de compartir este hermoso planeta que nos da la vida. Do ut des.